martes, 22 de junio de 2010

Una fina barrera

He descubierto que detrás del biombo que tengo en mi sala, está todo el mundo que alguna vez conocí. Es un biombo común, hecho de una tela blanca y gruesa sostenida y estirada por un marco de madera pintado de negro. Para el ojo distraído es un mueble cualquiera, pero no es así para quien observa bajo ciertas condiciones.
De noche apago todas las luces y enciendo unas cuantas velas que lo rodean; acerco un sillón y contemplo. Las sombras que se proyectas a través de él, por el efecto de la escasa luz, son siempre familiares. Hace unos días pude ver como mi padre me acariciaba el pelo mientras pescábamos en el río; un recuerdo de hace muchos años que no sabía que tenía. Ayer, por ejemplo, las sombras fueron un poco más generosas y me mostraron el día en que nací: el frío, el mundo borroso, las lágrimas de mi madre.
Y así, cada noche, uno a uno los recuerdos se van desvelando hasta que prendo las luces de la sala y se desvanecen, regresan a donde han estado anclados durante muchos años, regresan al inconsciente, ése que me revela el pasado a través de la luz, las sombras, y un viejo biombo.

miércoles, 16 de junio de 2010

Prosopopeya

El aroma del café frente al ordenador siempre me evoca aquellos tiempos. Me hace recordar el aire de aquella mañana en que los dos bandos de hombres cruzaron espadas y cómo, por una cobardía, ganó el bando que no debía ganar; me hace recordar a aquel hombre negro que tocaba impasiblemente la armónica sentado a la sombra, y que terminaron colgando en un frenesí racial; o aquella paloma mensajera que encontró el amor camino a su destino y decidió anidar en lugar de cumplir sus órdenes.
Todo eso logro evocar durante las mañanas de estos sábados, cuando el joven escritor se sienta frente a mí con su taza y su ordenador y empieza a inventar cuentos pésimos, producto de su corta vida y su poca experiencia. Si tan sólo pudiese tener mis ramas y contarle en un soplo de viento algunas de mis historias, si tan sólo me volteara a ver de vez en cuando, si tan sólo aprendiera a escuchar a su viejo escritorio.

martes, 15 de junio de 2010

Se acabó la espera...

De la unión de seis fanáticos de la microficción, desde distintas partes del planeta Tierra, llega el hito que revolucionará el universo de lo breve.







Te invitamos a conocerla, haciendo click aquí.

martes, 8 de junio de 2010

En la vida, como en cualquier otro juego

«En la vida, como en cualquier otro juego, uno no debe tomarse las cosas tan a pecho», pensó. El globo aerostático ya estaba casi listo. Solo en la planicie repasaba que todos sus pendientes estuviesen en orden.
Estando todo listo emprendió el viaje. El cielo azul contrastaba con el verde del suelo, y él, como alguna vez sus ambiciones, volaba tan alto como las águilas. La diferencia es que él todavía no llegaba a la altura a la que sus ambiciones ya habían llegado: director de la compañía más grande, el hombre más rico del país, la esposa trofeo que cualquier hombre querría tener. Lo tenía casi todo, y a partir de mañana sería, además, laureado con el premio que había soñado obtener desde la infancia. Podía considerarse un hombre completo.
El sonido del altímetro del globo lo sacó de sus meditaciones: había llegado a la altura deseada. Se paró en la orilla de la canasta que lo contenía, y se despojó de los arneses de seguridad. «En la vida, como en cualquier otro juego, uno debe saber retirarse cuando aun se sigue ganando», pensó justo antes de lanzarse al vacío.

lunes, 7 de junio de 2010