martes, 13 de abril de 2010

Night mares

Soñaba que las palabras lo perseguían. El lenguaje siempre cambiante, siempre en busca de juegos y de dobles sentidos iba tras de él. Sinónimos en distintas lenguas se le aparecían de frente y su mente confundida no daba para entender absolutamente nada.
Fue cuando empezaron a aparecer los escritores. Cervantes, Shakespeare, Sun Tzu, y un gran número de personalidades desfilaban a su alrededor parloteando cada uno su obra en distintas lenguas. El último en aparecerse fue un escritor inglés de hace varios siglos, y cuando por fin pudo despertar, las yeguas de la noche seguían ahí…

lunes, 12 de abril de 2010

Destino

La adivina se equivocó en todo, excepto cuando dijo, «tu destino es claro, veo a los astros alinearse en la palma de tu mano». Y sí, ahí estaban todos representados: el sol, todos sus planetas y un sinnúmero de estrellas esparcidas a lo largo de mi mano.
No tardé en darme cuenta que también las tenía esparcidas en los brazos, en el pecho y en el resto del cuerpo: todo el universo en mi piel.
Pero la adivina se equivocó. Yo no tenía futuro. Yo no encontraría el amor, ni él me encontraría a mí; no me ascenderían en el trabajo; no habría estabilidad en mi vida. Eso me quedó claro ayer, cuando el doctor hizo una predicción más exacta. «Tiene usted un avanzado cáncer en la piel. Le quedan dos meses de vida», dijo.

sábado, 10 de abril de 2010

Erótico-Geográfico

Me gustaba comparar su cuerpo con la geografía. Me gustaba decirle que su boca era como el oasis en el desierto, que sus pechos eran como montañas que me encantaba escalar. Le decía que bajar por sus pechos a la meseta de su cadera siempre era una aventura y que adentrarme en la selva de su pubis era mi perdición. Mis metáforas siempre me ponían en animo de entrar en acción, pero en ella no tenían el mismo efecto.
Un día se cansó de mis clichés, de mis frases pre-hechas, de mi estúpida verborrea barata. «¿Te gusta recorrer mi geografía?», me gritó en tono sarcástico, «pues puedes ir olvidándote de ella». En ese momento un terremoto con epicentro en su ombligo la empezaba a borrar del mapa.

viernes, 9 de abril de 2010

El reloj

El reloj siempre fue testigo de todos sus ciclos. De dormir juntos y soñar; de despertar siempre a la misma hora, del desayuno y el beso de despedida de las ocho; de la comida en casa marcada por el ángulo recto de las manecillas a las tres; de las noticias de las diez; de dormir juntos y soñar.
Ella un día se cansó de estos ciclos. «Hay quienes preferimos el infinito», fueron sus últimas palabras antes de darse la vuelta y partir, antes de cruzar la calle con los ojos nublados de lágrimas, sin poder ver, sin poder oír... El reloj marcaba las doce cuando ella murió.

jueves, 8 de abril de 2010

Carpe Diem

«Cierren los ojos y piensen en la inmensidad del universo», dijo la figura siniestra al resto de sus compañeros. «Piensen lo pequeño que somos comparado con el mundo, lo pequeño que es el mundo comparado con el sol, y lo pequeño del sol en relación con la galaxia. No importa lo larga que sea nuestra vida, nada de lo que hagamos cambiará el orden universal de las cosas. Es por esto que los incito a rebelarse, a empezar a vivir su vida sin importar las consecuencias», terminó. La audiencia, harta de su vida monótona, explotó en aplausos y decidió seguirlo.
A la mañana siguiente, todas las gárgolas de Paris se habían marchado.

Reflexiones desde las cornisas de Notre-Dame

«A Paris vienen todos aquellos que algún día quieren ser escritores importantes. Es patético como esto se ha convertido en el ombligo del mundo literario». La gárgola cambió de posición a una más cómoda. «Ya todo se ha escrito, pero estas pequeñas criaturas no se resignan a dimitir. ¡Lárguense de aquí!, inmundos animales», gritó, pero el suelo estaba muy lejos para que todos pudieran oírla. Sólo un hombre logró escuchar, inventando así un nuevo género literario: el microrrelato gótico.