Lograron saber donde se escondía, así que reunieron a la mayor cantidad de soldados y avanzaron sobre ella llevando a cabo el sueño del rey Mongol: dar muerte a aquella figura mítica, a aquella figura pálida y con guadaña que se llevaba las almas para siempre. Así, las creencias del pueblo acerca de la reencarnación y el tiempo cíclico estarían seguras.
Lo que no previeron fue que, acorde a sus dogmas, la Muerte reencarnaría en algo más, y en esta ocasión lo haría en la pólvora que utilizarían los invasores extranjeros para someter a sus inútiles sables.
Lo que no previeron fue que, acorde a sus dogmas, la Muerte reencarnaría en algo más, y en esta ocasión lo haría en la pólvora que utilizarían los invasores extranjeros para someter a sus inútiles sables.
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