domingo, 22 de febrero de 2009

Tríptico de campo

I

El sol cae por el monte y enrojece el cielo
Y allá abajo, el camino de toda mi vida ahora es ajeno a mí
Y se extiende como el horizonte, y es tan difuso como las nubes.

Siento la oscuridad de la noche detrás de mí y me siento cobijado
Pero sentir esto es sólo un concepto que me hago de mi mismo
Y así, también siento el atardecer y el rojo del cielo, y dejo de sentirme a mí.

Tengo sentimientos y tengo pensamientos, aunque sólo los tenga para poder perderlos
El viento sopla y me acaricia, y me hace cambiar de sentir y de pensar
Y ya no siento lo de ayer, ni lo de hoy, ni lo de nunca, pues ya no siento
Y mientras siga soplando el viento ya no sentiré, ni pensaré, y sólo seré esencia
Seré sólo el viento que arrecia en la tarde y arrastra todo y limpia todo.

Ha llovido, pero ahora el horizonte es claro y atardece.
También ha habido lluvia en estos ojos que ahora ven atardecer, y que ya no sienten
Pero estos ojos no atardecen, sólo se extinguen
Como el fuego de una vela que también se lleva el viento.


II

Aquí no hay libros, sólo metafísicas muertas sobre cosas sin sentido
Sólo hay hojas en blanco que nunca serán llenadas, pues no hay nada que valga la pena decir
Hojas que son arrastradas por la lluvia y que de ellas crecen arboles
Los arboles que alguna vez fueron, bajo un sol que ya no es el mismo.

Sobre la hierba me paro y pienso: “pensar es estar enfermo de los ojos”
Y cierro los ojos y sigo pensando. Y pienso todo lo que mis ojos han visto
Y me mareo, pues han visto mucho y siento como se esclaviza mi sentir por ello
Y caigo sobre la hierba, y el dolor no me permite seguir pensando:
Quizás sea sólo el dolor de las cosas la forma de curar los ojos.

El dolor de las cosas no está en los libros, sólo está ahí la idea del dolor de las cosas
Es por eso que aquí no caben los libros, ni como idea caben
Ni como sentir caben, ni como pensamiento caben.
No sirven ni para calentar el cuerpo mientras arden
Porque los libros sólo arden en el alma
Y a esta alma hace mucho se la llevó el viento.


III

El frío de todos estos años se concentra aquí, y se estanca
No pasa como el río, cuya naturaleza es pasar, ser siempre otro
Y toda la hierba se empoza en mi ser, y soy natural, pero no soy yo.

Y la belleza de lo natural se separa de las cosas, y la belleza existe
Y las cosas existen, y ya no son lo mismo, porque nunca lo fueron
Pero la hierba se queda aquí, y ya no soy mas que senderos con hierba
Pues yo soy todos los senderos y todas las hierbas, y no hay belleza en eso.

Camino el sendero de piedras que soy, lleno de campo, y de hierba, y de lodo
Ese sendero que no es mi vida sino sólo un vago pretexto para algo
Y cuando me siento a descansar sobre una piedra de algún claro
Una gran nube tapa el sol, y el viento aumenta y el frío aumenta
Y esa nube, que no es una nube que trae lluvia, es toda mi melancolía.

Así es como muero: de manera natural
Muero con la mente
Natural-mente.

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