martes, 29 de diciembre de 2009

Lontananza

En estos días algunas palabras vienen como cascadas de agua fresca dejándome un sabor de menta en la boca. Ilona, el germánico para Helena, es una ellas. Por ejemplo, Ilona llega con la lluvia, aunque carente de un sentido profundo, yo creo que es el título más bello que alguien jamás haya escrito. La i en mayúscula seguida de tantas eles: la frase es altiva, es imponente al ojo lector. Luego viene el sonido. La cascada, la lluvia que llega y no se va, la tormenta que deja a Ilona encharcándose en su vocal central, en su vocal de acento escondido, y entonces Ilona se vuelve como el mar.
Hoy supe que será una niña, y hoy decidí que la gente recurrirá al germánico para llamarla, y con un poco de suerte quizás también nazca en un día de lluvia…
Lontananza, lontananza, es otra de las palabras que traen estos días y desde aquí la veo jugar y sonrío, y como la llovizna la veo regándose por el jardín y ahora ella sonríe. Ilona es agua; y aunque sé que debería estar intentando dormir y descansar, el título de Mutis no para de repetirse en mi cabeza. Ilona llega con la lluvia, Ilona llega con la lluvia…

jueves, 17 de diciembre de 2009

Dogma de fe

Nueve patadas después, María se dio cuenta que la paloma que le hablaba era el Espíritu Santo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Secretos

Bajo la sábana era mucho más sencillo ocultar el rubor que en ese momento sentía. Le era imposible alejarse de su pasado a pesar de haber estado en innumerables horas de terapia: cerraba los ojos y ahí seguía su padre, abusando como solía hacerlo en aquellas noches interminables de caricias inadecuadas y palabras de falso cariño al oído. Esos recuerdos los arrastraba como cadenas, como anclas al pasado que no le permitían ser feliz.
Pero eso no iba a impedir que tuviera un matrimonio exitoso. Debía terminar de superar los abusos que su padre había cometido, y qué mejor momento para hacerlo que su noche de bodas.
Así fue que se puso de pie y con los ojos escurriendo en lágrimas le dijo a su pareja al oído: «Voy a ser el mejor padre que nuestros hijos puedan llegar a tener», y antes de que ella pudiera responder cualquier cosa, él la beso en los labios.

Sobre la debilidad de la carne ó De los fetiches cumplidos

Cuando él entró a mi negocio y me pidió que le hiciera un tatuaje en la nalga derecha con aquellas características, me sorprendí, pero no hice preguntas. Días después regresó y me pidió exactamente la misma figura en la nalga izquierda, y yo, un tatuador serio y profesional, satisfice a mi cliente sin cuestionarlo.
Pasó el tiempo y él seguía regresando, siempre pidiendo el mismo diseño. Fueron muchos tatuajes después, cuando la confianza entre nosotros era un poco más sólida, que me atreví a preguntar. Él sonrió y se limitó a responder «son mis trofeos, mis amores», con la certeza de que yo entendería, y así fue.
Ese día salió de mi negocio con su tatuaje número noventa y nueve, orgulloso, altanero. Yo estaba seguro de que no tardaría en regresar para que le tatuara su centésima figura, aquel perfil de monja que yo ya conocía de memoria, en los pocos espacios que quedaban sobre su piel. También sabía que en esa ocasión lo pediría en el pecho, cerca del corazón.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Teorías

«Siendo la Nada todo aquello que no pertenece a lo creado, es potencialmente mucho más grande que todo lo que existe. Si lo que existe es inmenso, la Nada es más inmensa aun; si lo que existe es infinito, la Nada es más infinita aun. ¿Creen que Dios está por encima de todo? No. Encima de él está la Nada. Dios no sabe donde empieza lo que él creó ni tampoco sabe donde termina. La única certeza que tiene es que la Nada avanza y no se detiene: lo destruye todo, lo engulle todo, y él no puede impedirlo». El silencio en el salón de clases era pura expectación. La pausa del profesor, tensa pero justa, terminó cuando expuso la idea que redondeaba el argumento. «Dios le teme a la Nada», concluyó.
Segundos después todo empezaba a desvanecerse.

martes, 17 de noviembre de 2009

Una serie de sucesos ó Sobre la ley del Talión

El pueblo enardecido clamaba el fin de la monarquía; esa monarquía que durante muchos años había traído guerra y muerte; esa muerte que acechaba ahora al rey, desnudo en el cadalso, oprimiendo su cruel corazón; ese corazón que a cada martillazo del herrero latía más lento, como si con cada estruendo supiera que se acercaba el final; ese final que derrocaría su omnipotencia simbolizada en su corona; esa corona, ahora al rojo vivo, que en cada golpe se iba alargando para formar la espada que usarían para cortarle la cabeza.

martes, 3 de noviembre de 2009

Regicidio

Puñal en mano, la estocada fue certera y por la espalda. La habitación del rey, toda teñida de sangre, fue la única testigo del crimen. «Sic semper tyrannis», el fin de una tiranía, pensó el asesino. Seis años habían pasado y no estaba dispuesto a soportar un día más. Era tiempo de un cambio de reinado, de un cambio de tirano.
Después de estar seguro de haberlo matado, se levantó y sacudió mientras su pecho iba llenándose de orgullo. Había fraguado y llevado a cabo su plan maestro sin la ayuda ni el consejo de nadie. Ahora, por derecho, todo lo que alcanzaba su vista le pertenecería; su hermano mayor, el de la corona depuesta, ya no podría impedirlo. «Ha muerto el rey. Que viva el rey», gritó.
El llamado materno lo sacó de golpe de sus meditaciones. «Niños, dejen de jugar y bajen a comer». El nuevo monarca sonrió. No podía esperar para decirle a su madre que ese día sobraría un plato en la mesa.

martes, 13 de octubre de 2009

Thriller 3

Años atrás, cuando abandoné súbitamente la casa que recién había comprado, no pensé que alguien me dejaría una nota por si regresaba, pero me equivoqué. La nota que estaba sobre la mesa de la cocina iba dirigida a mí.
El mensaje escrito en la estilizada letra de mi hermana sobre el pedacito enmohecido de papel aliviaba mis sospechas. Nadie había ligado mi desaparición con ningún otro suceso, signo inequívoco de que todo había funcionado a la perfección.
Levanté la nota y antes de prenderle fuego y dejar todo mi pasado atrás, volví a leer y sonreí: Llámame, Papá ha muerto.

martes, 6 de octubre de 2009

Ideas de una mujer libre

En una huida, todo movimiento es una reafirmación. Reafirma el comportamiento del que huye y del que persigue. Cada paso es un compromiso, cada movimiento brusco una invitación.
Es por eso que ella ya no quiso huir más de él. Así, dejo de escapar de su arácnido deseo, de su perruno instinto de marcar territorios. Quizás acostumbrándose a la esclavitud de su mirada como redes, a la aprehensión de su saliva espesa, la oscuridad llenaría todo el verde de sus ojos, esos de los que él se enamoró, esos que al ser teñidos de negro harían que él fuera el que empezara a huir, a esconderse. La única diferencia sería que, en esta ocasión, ella no iría tras él.

martes, 29 de septiembre de 2009

Cuatro grados

A Eliza,
por haber terminado su poemario.




Hay cosas que a la literatura se le escapa. Esas cosas que sólo se entienden a través del silencio y que no son posibles plasmar ni en un cuento, ni en una poesía.
Arreola decía que la poesía es como el alcohol: hay de distintos niveles de pureza. Así, la mejor de las poesías, la que es posible realizar, es la de noventa y seis grados, y no la de cien como se podría pensar. La de cien es la poesía imposible, aquella que al estar en contacto con el lenguaje se degrada, se desvanece; como el alcohol con el aire.
Así, la perfección en cualquier escrito termina siempre por escapar; le faltan esos cuatro grados que, a mi parecer, son los grados que le corresponden al silencio. Y es en este punto cuando el silencio se vuelve un ejercicio de la voluntad del escritor. Ese ejercicio que va desde callar cuando no se tiene nada que decir (el primer grado del silencio), hasta callar cuando se desea gritar con tinta que el alma está ardiendo (el cuarto grado).
Es por eso que a pesar de estar convirtiéndonos en cenizas, guardamos silencio: emitir palabras sería una traición y una degradación a lo que se está sintiendo. Callamos, dejamos que el alma se queme sin control. Después de todo, el alcohol de cien grados arde mejor que el de noventa y seis.

martes, 8 de septiembre de 2009

Descripción de un paisaje

Hay un hombre sentado en la punta de la escollera. Ese hombre no sabe porqué está ahí, tampoco sabe porqué sostiene una red de pescar en sus manos. Atrás de él, recostadas en el capó de un coche, dos mujeres y una niña lo ven con hastío. Ellas tampoco saben porqué están ahí, pero aun así mantienen su postura sin decir ninguna palabra; además, una parvada de gaviotas pasa volando, todas ellas desconcertadas y sin rumbo aparente. Todo este paisaje es bañado por la luz del sol que acaricia y broncea los cuerpos.
Del otro lado del mundo, un hombre escribe estas líneas. Él tampoco sabe el porqué de sus actos pero siente que, de no haber escrito esto, alguien no hubiera podido acabar con coherencia el cuento que estaba intentando hacer.

Claro de luna

Desde la ventana de mi cuarto veo su cuerpo desnudo dibujado en la luna. Intento tocar su recuerdo, pero es inútil: me han dicho que los recuerdos no se pueden tocar. Entonces me recuesto en la cama, y con el papel que me he robado por la tarde, le escribo estas líneas, aunque también me han dicho que no debería escribir más.
Dejo el papel y la pluma y tomo la sombrilla roja. Ellos creen que estoy loco, pero no es así. Salgo a los jardines del hospital y me cubro de la luz de la luna que me pega en el cuerpo, ¿qué para que hago esto? Para que la intensa blancura de su rostro no me dañe nunca más.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Historia de pueblo

Recuerdo que éramos inseparables. Todos los días y a todas horas se nos veía juntos, salvo esa noche que peleamos y ella corrió por aquellos callejones en los que le habían dicho que nunca debía meterse, callejones oscuros, húmedos. Nunca supe exactamente que pasó esa noche; nunca supe por qué, desde ese día, empezó a llorar.
Unos meses después, a punta de pistola me casaba con ella. «Vas a responder por el hijo que ella lleva en el vientre», gritaba su padre. Así caminé al altar y así la desposé. Ella no dijo nada; yo tampoco lo hice. La verdad es que ninguno de los dos entendíamos que pasaba.
Ahora, varios años después, lo entiendo todo. Comprendo a su padre, comprendo su llanto y sé que el hijo que cuido y alimento no es mío. Ha sido un proceso largo, pero por fin creo que este entendimiento me traerá la felicidad que busco, esa felicidad a lado de mi esposa, esa esposa que el destino eligió para mi cuando yo tenía doce años.

viernes, 28 de agosto de 2009

Clásico ó Del arte prohibido

Los descendientes más astutos de Dédalo pudieron mejorar el invento de su padre. Con éste, ellos podrían acercase al sol tanto como quisieran. Podrían volar por encima del paraíso tan anhelado por Ícaro, y flotar tan cerca del mar mientras éste salpicaba sus cuerpos sin repercusión alguna. El arte del vuelo había sido perfeccionado. Sólo existía un pequeño problema: las muertes por sobredosis eran bastante comunes.

jueves, 20 de agosto de 2009

Evolución

El mundo de las sillas es un mundo intrigante. Es bien sabido que estuvieron aquí mucho antes que el hombre y que seguirán estando incluso cuando éste desaparezca.
En la actualidad, las sillas usan a los diseñadores para reproducirse. Éstos las compran ya diseñadas y las llevan a sus casas. Las dejan en la sala, apagan todas las luces y se van a dormir. Aquí es donde el ritual de apareamiento comienza. En cuatro patas, las sillas se reproducen toda la noche y a la mañana siguiente dan a luz nuevas sillas nunca antes creadas.
El diseñador las toma y las lleva a su tienda para que otras personas las compren y el proceso pueda repetirse. El diseñador no es consciente de la simbiosis en esta relación, creyendo ser el único que se beneficia del trato; por su parte, la silla le da su lugar y mantiene un perfil bajo: esto hace de ella un ser superior.
Y así, cuando los diseñadores se extingan, las sillas encontrarán la forma de seguir perpetuándose, a lo largo de todos los siglos, mostrando su mutuo amor en cuatro patas.

lunes, 10 de agosto de 2009

Coda #88

La misma canción repitiéndose en un ciclo infinito. El piano y todos los acordes que el intérprete toca y alarga. Ochenta y ocho teclas que derivan en una infinidad de combinaciones; y en todas ellas uno se va perdiendo en negras notas y en blancos abismos. Hace unos días me dijeron que hablo mucho de la muerte. Yo me limité a sonreír. «La muerte no tiene nada de especial», me quedé con ganas de contestar, «pero sí todo aquello que la roza; eso es lo que vale la pena».
La noche afuera es clara y las estrellas ahora son las teclas del piano que forman las ochenta y ocho constelaciones: así, la canción que se repite en un ciclo infinito acaba y empieza con el silencio de todas las noches. Pero yo no creo en las coincidencias, no en las del piano, no en la de las estrellas. Aunque ahora soy yo quien roza su muerte por octogésima octava ocasión, aquí, entre estas notas y estas enormes esferas de fuego.

martes, 4 de agosto de 2009

Una historia familiar

No hemos vuelto a ver a Alicia desde entonces. Dicen que ha de estar pérdida en un mundo de maravilla, en donde abunda el maquillaje, el dinero corre por afuera de las carteras y existe un sinnúmero de lentes para el sol. Es un lugar sobrepoblado en donde cualquier mujer podría perderse, es por eso que Alicia aun no regresa.
Ella aun no lo sabe, pero lo que originalmente buscaba está en la bolsa de su pantalón, y sólo cuando se le ocurra mirar ahí podrá volver a este mundo. Pero Alicia no se da cuenta de ello; es por eso que desde que empezó a buscar las llaves de su casa en su enorme bolsa Louis Vuitton no ha podido regresar.

Año 2101

«El virus es muy contagioso. A pesar de aislar a los enfermos, de incinerar a los muertos y enterrar sus cenizas, el virus sigue expandiéndose. La humanidad está al borde de la extinción», escucho el noticiero a todo volumen desde la otra habitación.
«El plan de emergencia ha entrado en vigor. Grandes aparatos han sido construidos en diversos puntos de la tierra y serán usados cada dos horas. Millones y millones de personas contagiadas van llegando a ellos por voluntad propia, y algunos por fuerza del ejército».
Desde mi ventana se puede ver una de estas maravillosas máquinas. Es imposible quitarle los ojos de encima: esa luz blanca que genera, esa forma de hacer cimbrar la tierra a su alrededor, ese rugido de mil leones en el momento en que despega y que ahoga el lamento de todos aquellos que mandan a morir al sol.

miércoles, 29 de julio de 2009

El lagar

El proceso es lento. Después de plantar la semilla de la ilusión en ella, me retiro y la veo germinar desde lejos. Esto debe ser en temporada de lluvias para que, una vez que nazca la planta que será su deseo, se riegue con el anhelo que trae el agua que resbala melancólicamente por su ventana.
Ya que la planta madura, me acerco cuidadosamente y la fertilizo: un poco de ilusión satisfecha, una caricia bien acomodada, una intimidad basada en la mutua confianza. De tal fertilización nacerá el preciado fruto.
En el tiempo de cosecha recolecto sus ojos para ponerlos en el lagar, ése que se ha formado por años de incompetencia para las relaciones sociales, y exprimo todo lo que se pueda. Las lágrimas deben dejarse añejar en una barrica de roble curada de tal manera que agregue al final un sabor de culpa con toques de pimienta. El líquido debe reposar durante unas tres horas antes de beber. El resultado siempre es sorprendente: la embriaguez que trae consigo es más fuerte que cualquier alcohol.

lunes, 20 de julio de 2009

Leyenda

«Durante millones de años el rocío de la mañana ha caído en la piel de nuestros padres y se ha mezclado con su sudor y sus lágrimas, llenando gota a gota todo esto que ves aquí», decía el hombre a su hijo mientras apuntaba al mar.
Años después el hombre murió y el hijo creció y procreó; y a cada uno de sus hijos los llevó al mar y les contó aquella historia durante amaneceres interminables, mientras los niños jugaban y las mujeres lloraban y el mar se seguía llenando. Así fue durante los últimos siglos hasta que la tradición se perdió...

Ayer tuve una visión cuando vi llorar aquella mujer en silencio mientras sus hijos jugaban en la playa. Siglos y siglos de la misma imagen pasaron por mi mente. Me acerqué a la orilla del mar y con la mano hecha un cuenco me llevé un poco de agua a la boca. Te puedo jurar que era ligeramente más salada que antes.

miércoles, 8 de julio de 2009

Cuando Octavio nos nombró

«Si el hombre es polvo, esos que andan por el llano, son hombres», susurró señalando el remolino de viento sobre la frágil aridez del paisaje. La primera lluvia de la temporada ya estaba encima de nosotros.
El agua empezó a caer y el aire se llenó de humedad. Aquella tarde en nuestra piel también llovió; por eso tú y yo nos desmoronamos en gruesos terrones de polvo mojado, aquella tarde, justo cuando Octavio nos nombró; justo cuando paseábamos por el llano.

El reloj de arena

El sistema de contrapesos que estaba diseñando sería impecable. Hecho de los materiales más resistentes, el aparato se percataría de que el último grano había caído y voltearía el reloj de arena para que ésta siguiera fluyendo. Hora tras hora, la arena nunca se detendría. Hora tras hora, el tiempo sería medido hasta el final.
Es por eso que, cuando el maestro relojero escribió su testamento, escogió al albacea más escrupuloso. Quería que, tras su muerte, su última voluntad se cumpliera. Así, incinerado y con los huesos hechos polvo, el maestro podría medir el tiempo durante toda la eternidad.

miércoles, 1 de julio de 2009

Cuento de horror

A la mañana siguiente, cuando ella salió de bañarse con la cara limpia y sin una gota de maquillaje, él descubrió que la mujer que había conocido la noche anterior y había llevado a aquel hotel, era su esposa.

Uno es lo que hace

Ella se levantó lentamente y dejó que las sabanas se resbalaran por su cuerpo desnudo. Decidida a llevar la situación a niveles más íntimos, se acercó y lo empezó a besar.
Pasados varios minutos, tuvo que detenerse: la sudoración excesiva del pintor de acuarelas estaba empezando a disolverlo.

martes, 23 de junio de 2009

La India

Era imposible evangelizar aquella tierra. Su creencia acerca de animales sagrados nos estaba matando de hambre.


Finalista en el concurso de junio 09 del sitio Minificciones

jueves, 18 de junio de 2009

Dudas

Cuando abrí el archivo en donde estaba escribiendo mi última novela, una nota al final del capítulo clímax, decía: «Querido Diosito: Mi papa ha sido bueno con nosotros, por favor, ayúdalo a curarse». Estaba confundido. Toda la trama del relato estaba fundamentada en la muerte de ese hombre, ¿por qué habría de cumplir los deseos de uno de mis personajes secundarios?

domingo, 14 de junio de 2009

El futuro

Después de pensarlo unos minutos, El Inmortal, con los ojos húmedos de inminente llanto, respondió la pregunta, «El futuro… el futuro es esa mole infinita de tiempo que contiene todo aquello que nunca ha pasado y todas esas cosas que ya pasaron y esperan ser repetidas. El futuro es el espacio en donde se realizarán todas las posibilidades». En ese momento, él empezaba a entender su frágil condición.

miércoles, 10 de junio de 2009

Finanzas personales

Con mis cuatrocientas voces yo canto. Veo y canto. La primera voz es para el amor más profundo; la segunda es para el amor más profundo, aunque con un ligero toque de duda. En la tercera, la duda crece un poco más, y así hasta la voz cuatrocientos, en donde canto con el odio más animal, más irracional.
Los matices de mi voz responden a las pantallas en los pisos de las casas de bolsa, y los escojo según el tipo de cambio, al segundo, contra la moneda norteamericana.
Soy un inversionista convertido en cenzontle; soy un cenzontle convertido en rey azteca; soy un rey azteca convertido en moneda corriente…

martes, 9 de junio de 2009

One-night stand

Mientras ella duerme sobre su hombro izquierdo, él empieza a mirarla de reojo. Todavía está oscuro y gran parte de su silueta la tiene que ir adivinando. Empieza a imaginar sus ojos cerrados y sus pestañas entrelazadas. Después baja a la nariz y se concentra en su respiración, ese inhalar y exhalar que sólo existe cuando se sueña profundamente. Baja después a la boca y al cuello, ahí, en donde la sabana empieza a ocultar su cuerpo desnudo.
La tela delinea el resto. El hombro que sube como un cerro y que hace que la sabana caiga lentamente en aquel valle que anuncia el inicio de sus caderas.
A partir de ahí, el resto del viaje es sólo de bajada. Bajar lentamente por sus piernas a sus pies hasta llegar al abismo, ése que existe entre ellos dos, ése que comienza en donde la cama termina

De las necesidades del toro

Los toros, visiblemente molestos y alebrestados, empezaron a rodear la casa de los vaqueros. Asustados, ellos veían por la ventana y sudaban frío. «Les dije que el método de inseminación artificial, aunque más efectivo para preñar a las vacas, algún día nos traería problemas», dijo uno de ellos en un murmullo ahogado…

Surrealismo Mexicano

Dios decidió mudar su división de ensamblado a México. «La mano de obra es más barata», decía a sus conocidos para justificarse. Después de pasar todo el papeleo burocrático para instalarse, pudo abrir la línea de ensamblaje sin mucho problema. Sin embargo, al mes de empezar operaciones vio que tenía faltantes en el inventario de torsos y piernas, por lo que decidió investigar.
No tuvo que ir muy lejos. En la primer estación de metro con la que se topó, vendedores ambulantes anunciaban el producto robado: «Llévele, llévele, va calada, va probada, va garantizaaaada. Lleve el torso de mujer y corra a su escandalosa esposa de casa, llévele, llévele».

domingo, 31 de mayo de 2009

A portrait of James Joyce as an Irishman

Era el día de la final del torneo internacional de Rugby y el equipo rival era Inglaterra, el histórico enemigo. Irlanda no podía perder la partida, y Joyce lo sabía y estaba preparado para afrontar la situación.
Compró con mucha anticipación los boletos del partido y llegó al estadio con un cargamento de su arma secreta. Su asiento, arriba de la puerta por donde saldría el equipo rival, había sido cuidadosamente escogido.
Cuando empezó a salir el equipo contrario Joyce comenzó con las hostilidades. Varios ejemplares del Ulises volaron por los cielos, dejando inconciente a la mitad del equipo inglés. Joyce sabía que Inglaterra no podía contestar las hostilidades: las obras de Shakespeare no eran tan pesadas.

sábado, 30 de mayo de 2009

Pesadilla antes de un examen de Cálculo

Ayer soñé que me derivaba. Soñé que era tangente al círculo de la vida y perpendicular al radio que le daba amplitud. Soñé después que me volvía a derivar, pero ahora siendo la vida una esfera y yo un plano infinito perpendicular al plano-radio que le daba volumen.
Después soñé otros espacios, con otras hiperfiguras y otros hiperplanos. Y en cada espacio me derivaba y me volvía perpendicular a él. Cuando mi mente se saturó de tantas dimensiones, desperté de golpe.
El mundo había cambiado, yo era perpendicular a él y a todo lo que había en él. Era perpendicular a la perpendicularidad misma. Era un ser meta-perpendicular.

viernes, 29 de mayo de 2009

Hasta las últimas consecuencias

Pasó todo el día buscando un gran finale. Lo tenía todo: un motivo, un nudo que destejer, un personaje desesperado, un crimen que perseguir. Toda su argumentación era perfecta, sólo tenía que decidir el final, ése que haría que todo tuviera un significado distinto.
Salió a caminar. Necesitaba aclarar la mente. Cuando dobló la esquina vio el asalto. Vio como su personaje, con el cuchillo en la mano, exigía el dinero a un peatón. La carta que le había escrito su mujer la noche anterior explicando su enfermedad también se asomaba por la bolsa de la camisa. Vio como, ante la negación del peatón y su propia desesperación, le clavaba el cuchillo en el pecho y empezaba a correr.
Con cierta incertidumbre empezó a correr detrás de su personaje. Necesitaba conocer el final de la historia. Asustado, éste intentaba escapar empujando a las personas que le tapaban el paso. Corrieron hasta que llegaron a una avenida que ambos cruzaron sin mirar. Todo fue muy rápido: a media calle un coche no logró frenar a tiempo y los golpeó. El asaltante murió enseguida, y él, todavía creyéndose escritor omnisapiente de la historia, con su último aliento de vida se limitó a sonreír.

jueves, 28 de mayo de 2009

Jueves por la noche

Él llega a la misma hora de siempre. Se sienta en una orilla de la barra del bar y pide, como cada jueves de los últimos cinco años, un whiskey. Ella siempre llega un poco más tarde y se sienta en el otro extremo de la barra. El cantinero ya sabe que ella tomará gin and tonic, así que se apresura a servirlo.
Durante la primera copa, se voltean a ver furtivamente, como si sólo se quisieran acariciar con la mirada. En la segunda, empiezan a mirarse fijamente, y sonríen. En la tercera, ella se lame los labios mientras él empieza a sudar.
Para la sexta copa, él manda recados lascivos escritos en servilletas que ella contesta con provocaciones e invitaciones sin mucho pudor. Y en la séptima copa el ritual termina.
Él se levanta, va a donde está ella y, poniendo la mano sobre su espalda le dice al oído: «me encantó pasar la noche contigo; no puedo esperar al próximo encuentro». Él se da la vuelta y sale del bar con el saco al hombro, mientras ella sonríe y añora la llegada del siguiente jueves.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Otrora...

Con las manos callosas por el trabajo de los últimos años y con el chal que había terminado de tejer la noche anterior puesto en los hombros, remaba a dos brazos en una pequeña balsa y avanzaba por el mar. Nunca había ido tan lejos, desconocía su destino, y el tiempo que tardaría en llegar a él, pero no le importaba.
«Nunca más», repetía mientras remaba, «nunca más». Cansada de ser el estereotipo de la mujer que espera, Penélope había decidido probar suerte en otra isla griega.

lunes, 25 de mayo de 2009

Imposición

Yo sé que alguien me ha puesto aquí y me ha dado todos estos minutos para que piense. Me detengo y reflexiono. «El tiempo es circular, el destino es circular y todo lo que importa en este mundo es circular. Revivirlo todo, una y otra vez, eso es lo que vale». Empiezo a avanzar. Me detengo, vuelvo a pensar. «Pero quizás la línea recta no sea tan mala: la posibilidad de no tener que visitar este punto otra vez, de ser todo y nunca repetirme». Avanzo. Me detengo. Pienso: «Quizás un balance entre ambas cosas es la visión correcta; mutar según la situación». Vuelvo a avanzar, me detengo una vez más y por octava ocasión el ciclo se repite. «Pero, que todo sea circular no es mala idea».
El tráfico y el calor están terribles. Intuyo el principio de un horrible mareo y, si sigo dando vueltas en esta glorieta sin que nadie me deje salir, voy a tener que tomar una decisión que afectará mi vida para siempre. Sólo espero que cuando tenga el valor de tomarla, esté en esa parte del camino en donde me convenzo que la línea recta es lo mejor.

domingo, 17 de mayo de 2009

Partiendo de un olvido

Cuando dejó el libro sobre la mesa todo había cambiado: la época ya no era la misma, su ropa era distinta, las palabras que usaba se habían transformado y el libro que acaba de leer no existía porque todavía no se había escrito. Se sentó en su mesa y a la luz de la vela, que después sería la luz de un foco alimentado por una planta eléctrica, mismo que después sería alimentado por una planta nuclear, escribió todo lo que había olvidado de aquel libro que leyó. Y así lo hizo él, y el hijo de él y también su nieto. Y así se empezó a escribir la literatura del futuro, partiendo de un olvido, ignorando que ya todo se había escrito.

jueves, 14 de mayo de 2009

Deconstruyendo a Beckett

«Mira la luna con el catalejo Clov», decía Hamm mientras se convertía, lentamente, en el organismo patógeno que siempre había sido; organismo que con la primer ráfaga de aire voló y contagió a Godot de una pulmonía, matándolo. Mientras tanto, yo sigo aquí esperando, acariciando a Lucky, pensando en nuevas formas de ahorcarme de la rama de aquel árbol.

Presentado en el concurso de mayo 09 del sitio Minificciones

De cómo volver a empezar

La nieve se ha acumulado en el camino por el que suelo pasear, pero aun así paseo. El viento frío me golpea el rostro y me seca los ojos, pero esto no importa. La nieve se ha acumulado y camino con esfuerzo y, si me detengo a observar, todo se vuelve silencio.
Mi corazón ahora entiende, y por entender se detiene. Con mi último aliento caigo de cara al suelo, y con mi dedo escribo que la nieve se ha acumulado en el camino por el que suelo pasear... Es entonces cuando intuyo el derrotero que he de seguir, ese que me guiará durante el resto de mis días.

sábado, 9 de mayo de 2009

Promesas

Aquella noche, acostados en el capó de su coche, le creí cuando me prometió todas las estrellas. Durante algún tiempo lo amé, y creí que él también me amaba, hasta que un día azotó la puerta de la casa y se marchó.
Por despecho me acosté con todos los hombres que pude, hasta que me diagnosticaron este virus mortal. Fue entonces cuando él, sin saber de mi enfermedad, regresó a mis brazos.
Yo aun no me he decido a confesarle que ahora él también morirá por este virus, aunque se lo he dado a entender cuando, tendidos en la cama, le prometo que algún día alcanzaremos juntos todas esas estrellas que aquella noche me prometió, acostados en el capó de su coche.

Segunda mención en el concurso de mayo 09 del sitio Minificciones

jueves, 30 de abril de 2009

Thriller 2

Apuro el último trago de vino, ese que sé que me hará olvidar. Ella me mira por encima de su copa vacía, y yo le sostengo la mirada. Ya es tarde, y ella se empieza a poner ansiosa. Hoy es la noche acordada. Una sensación extraña me inunda el estomago cuando desde el otro lado de la mesa puedo adivinar, escondida en su bolsa, la silueta de la pistola que intentará usar.
Mi mujer sabe que tengo una amante. Lo hemos discutido y me ha hecho entender. Es por eso que ella espera hoy en casa, fingiendo dormir, con un revolver bajo la almohada. Cuando todo termine alegaremos defensa propia, y todo podrá volver a ser como antes.

martes, 28 de abril de 2009

Cuando digo he olvidado

Cuando digo he escrito, quiero decir he aprehendido
Con esa capacidad oblicua de ser perpendicular
Con ese llanto de himen roto en mi mente adolorida
Una imagen en negativo de la realidad en blanco y negro.

Cuando digo he aprehendido, quiero decir he olvidado
Y las palabras que pronuncio caen de mi boca al suelo
Muertas por el tabaco de horror que mastico y escupo
Al ritmo de la canción de cuna al oído de mi juventud tardía.

Cuando digo he olvidado, quiero decir he olvidado
Y el tiempo se esconde en palabras que decido no recordar
Como los caminos de piedra en donde paso la noche
Deseos perdidos en aquel tiempo de azoteas y de mar.

Cuando digo he olvidado, quiero decir habré escrito
Con esa perpendicularidad oblicua de ser capaz
Con ese dolor de himen roto en el llanto de una mente
Ese blanco y negro, imagen de una realidad negativa.

jueves, 23 de abril de 2009

La mujer que amé me ha convertido en un fantasma

Parafraseando a Arreola para mi madre...


Cansado de ser yo el que siempre se tenía que aparecer a mitad de la noche, la desperté: «¿Por qué no te apareces tu también?», le dije. Ella, todavía recostada en la cama, pálida como un reflejo distante, me veía como quien ve a un niño que no comprende nada. Se levantó y acercándose a mi oído, murmuró: «Despiértate mi amor, los fantasmas no sueñan»», y fue entonces que desperté de golpe.
Ella, recostada a mi lado, todavía dormía en la cama, y yo... yo empezaba a desvanecerme.

lunes, 20 de abril de 2009

Inmortal

Cuando llegué, la nota sobre la mesa confirmó mis sospechas. En ella se leía: Ahora regreso, fui a suicidarme...

Cuento infinito

Un día antes del accidente había dejado una nota en su escritorio con algunas ideas acerca de cómo podía escribir aquel cuento interminable que tanto había querido hacer. Aquella tarde, la sucesión de eventos fue desastrosa: un piso resbaloso, una mesa mal acomodada, un golpe en la cabeza. «Todas sus facultades están intactas, pero el área de la memoria ha sido dañada», dijo el doctor, «su memoria será errática e intermitente».
Él no está conciente de ello, y todas las mañanas se levanta, va a su escritorio, ve la nota y se pone a escribir. Su cuento lo empieza hablando de cómo un día antes del accidente había dejado una nota en su escritorio y de cómo podría escribir aquel cuento interminable que tanto anhelaba.

viernes, 17 de abril de 2009

Efectos secundarios

Dios, en su infinita sabiduría, creó la hipérbole y fue entonces cuando el hombre jugó a ser más grande que Dios...

martes, 14 de abril de 2009

Sólo para ausentarme

Escribo para ausentarme, como Walser, como Vila-Matas, como Pessoa. Yo soy sólo un reflejo de lo que ellos ya escribieron, y cuando me leo en sus páginas, intuyo que alguna vez me senté con ellos y les conté mi vida en prosa al oído.
Pero eso sí, aunque me hagan el favor de contarme mi vida en papel, yo nunca imitaré su manía de escribir a lápiz. Nunca a lápiz. Porque lo que escribo no se lo llevará el tiempo a su capricho. Lo que escriba perdurará hasta que yo quiera que perdure y se borrara el día que yo quiera que se borre, porque las palabras que escribo me atan a la idea que expresan, me atan a la decisión metafísica del porqué escojo las palabras que escojo y porqué abandono la infinidad de palabras que pude haber tomado. Expresarme con carbón y madera es darle demasiadas concesiones al tiempo para que haga y deshaga lo que mi voluntad ha dispuesto como la verdad de este momento, que tal vez caduque mañana, pero que fue verdad y que nada más importa.
Pero sí, hoy sólo escribo para ausentarme (antes sólo lo hacía para ser otro, o todos, y como ya dije, nunca a lápiz)… Y si me ausento es porque nadie me ve, ni la naturaleza me ve, que, sin ganas de contradecir a Walser, tengo la sospecha de que siempre sí se marchó al extranjero…

jueves, 2 de abril de 2009

Pretextos

He estado buscando pretextos para no escribir. Un buen libro que no me permite pensar por mi mismo, una mudanza innecesaria y a destiempo, la visita de un amigo, la búsqueda de algo que sé que no me va a llenar. Y así paso los días, moviendo las cosas de lugar, llenando espacios que no quiero que sean llenados, asesinando horas e ideas mientras camino del punto A al punto B.
El tiempo ha dejado de existir, la necesidad ha dejado de existir. Todo es futuro en este pasado que es cargado por un sólo momento: la inmediatez insatisfecha por la genialidad nunca alcanzada. Y así es la vida bajo el sol, intuiciones de algo que temo que nunca llegue; y los días bajo la luna son sólo de sueños hirientes, de ideas infantiles, de vidas perdidas.
Pero por otro lado, quiero eso. Ese plan que está ahí, y que sueño, y que sudo, y que en los días en que dejo de existir anhelo como quien desea la Vida Nueva. Y ahí está, a cien páginas de distancia y a doble espacio para poder hacer anotaciones... Pero, pero... Son sólo pocos años ¿sabes? Son tan pocos años y tan pocas palabras y tanto que decir. Aunque estos sólo sean pretextos, pretextos que quizás, y sólo quizás, algún día también lleguen a ser pre-textos... Esos que lo empiecen todo, esos que me permitan ir del punto A al resto del abecedarioenmayusculas...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Cuento corto #20

Esta era la última vez que se lo iban a perdonar. Era impensable que, teniendo tanta responsabilidad, no cumpliera con su trabajo. Esto es un trabajo en equipo, le dijeron, y tu única tarea, aunque dure poco, es de máxima importancia. Él sólo bajaba la cabeza y asentía. Le habían dado una advertencia final: si vuelve a pasar, no regreses por aquí.
Al día siguiente, cuando todo comenzó, estaba muy atento. Sentado, vestido de smoking, observaba, contaba, escuchaba. Pero su atención no duró mucho. Media hora después, sus ojos se empezaron a cerrar, pero resistió y siguió escuchando. Una hora después fue imposible. Empezó a cabecear de sueño y sus músculos se empezaron a relajar hasta que, por movimientos involuntarios, dejó caer las barras de metal que sostenía desde el inicio, sonando estrepitosamente en el recinto, haciendo que todo se detuviera.
Al día siguiente, el anuncio en el periódico fue inevitable: “Se busca percusionista para cubrir la posición del Triángulo en la Orquesta Nacional. Único requisito: padecer insomnio”.

lunes, 23 de marzo de 2009

Thriller

Mientras el celular vibraba sobre la mesa, él lo veía con una mezcla de entusiasmo y horror. Sabía que ya era tiempo, aunque aun no estaba preparado para la tarea que tenía que volver a realizar. Sabía que si contestaba esa llamada ya no iba a haber marcha atrás, que tendría que volver a esconderse, que tendría que volver a vivir al margen. Pero así lo había querido, así lo había buscado.
Cuando contestó, reconoció la voz de inmediato: ese mismo timbre metálico, cortante. Del otro lado de la bocina, la editora del periódico en donde trabajaba le reclamaba la falta de noticias escandalosas, esas con las que se vende todo el tiraje, decía.
Mientras oía resignado toda esa letanía, un sudor frió le recorría la piel: sentía toda esa gama de sensaciones que van entre la ansiedad y el miedo, esas sensaciones que vienen acompañadas con el conocimiento certero de que tendría que volver a matar.

sábado, 21 de marzo de 2009

Y Dios dijo...

El primer día Dios dijo: que desaparezcan los peñascos. El segundo día dijo, ya no hay peñascos, ni tampoco habrá abismos, y así sucedió. El tercer día dijo, ya no hay peñascos, ni abismos, ni tampoco mar, y el mar desapareció. El cuarto día gritó: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni tampoco quiero que haya horizonte. El quinto día, ya cansado, dijo: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni horizonte, y se extinguirán las tierras lejanas también. Y así pasó. Para el sexto día, agotado y resignado, Dios sentenció: ya no hay peñascos, ni abismos, ni mar, ni horizonte, ni tierras lejanas, y de ahora en adelante tampoco habrá Eternos Retornos, y así terminó. Y fue así que Nietzsche nunca logró convertirse en filósofo, y fue así que, en el séptimo día, Dios pudo descansar.

jueves, 19 de marzo de 2009

Uno sobre las musas

Así como hay gente que canta mientras se baña, yo lo que hago es convertirme en personajes de novelas que algún día escribiré. Entre más excéntricos sean mejor. Ayer imaginé que era un tipo rudo con barba larga, canosa y trenzada, con aspecto de motociclista renegado, que le gustaba subirse a los balcones y saltar sobre las personas que pasaban mientras se golpeaba el pecho, ponía los ojos en blanco y recitaba oraciones paganas en latín.
Estoy consciente que mi actividad en la regadera puede llegar a ser peligrosa, especialmente para los vecinos de abajo que no saben porque empieza a haber grietas en el techo de su casa, pero no puedo evitarlo.

En las cenizas del recuerdo

A mi padre


Camino ahora por las cenizas de aquel recuerdo
Y te veo fumar desde un balcón del alma
Esa alma con la camisa abierta a medio pecho
Ese pecho que late todavía en mi sien cansada.

La muerte ya no se esconde en los relojes
Y el tiempo que no usaste se acumula en algún rincón
Ajándose en blanco y negro, en bastidores inconclusos
En noches eternas de cuartos negros y focos rojos.

Y es que la vida es esto: un radiador descompuesto,
Una verdad inventada al hilo en cualquier semáforo,
Una taquería remodelada con tacos de-a-peso,
Una máquina casera para aplastar queso.

Y no hay más, sólo la memoria que quiere permanecer
Sólo el insomnio en una madrugada que no es esta
Sólo el corazón que juega chueco cuando te veo en la calle
Sólo el tiempo que se queda aquí, haciendo nudo la garganta.

martes, 17 de marzo de 2009

Zona de guerra

Conozco la secuencia de memoria. Primero, el rugido de guerra que anuncia el inicio de las hostilidades. Después, los tirones que me dejan desnudo con el frío entumiéndome la piel. Y por último, las patadas. Una tras otra, todas empujándome al abismo hasta que logra tirarme, deshacerse de mi, marcar su territorio.
Es por eso que a veces la hago enojar con cosas sin sentido. Ella cree que me castiga haciéndome dormir en el sillón, y yo, con una felicidad casi evidente, acepto mi castigo sin reclamar.

domingo, 15 de marzo de 2009

Reclamos

Nunca había sentido celos, pero aquella ocasión, cuando sonó el teléfono y escuché esa voz que parecía de niña-adolescente, no pude evitarlo. Desde entonces, cada vez que suena el teléfono el estómago se me revuelve. Es inevitable.
La situación se empezó a volver insportable cuando comenzó a llegar a altas horas de la noche. Entonces yo, sentada en alguno de los sillones de la sala, lo espero y le recrimino su hora de llegada. Él sólo baja la mirada y no dice nada. Sin embargo, la historia se ha seguido repitiendo cada fin de semana. Es por eso que estoy llegando a un punto en el que no sé que hacer. Lo que sí sé que ya se está hartando de mis reclamos, pero no me importa, soy su madre y tiene que entender que ninguna mujer es lo suficientemente buena para él.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Capitalismo

Empezó con diez ovejas. Las cuidaba, las contaba, y cuando no las ocupaba las guardaba en su establo. Después de un tiempo necesitó más, y para poder comprarlas empezó a vender la lana de las que ya tenía. Después de varios meses de mucho trabajo llegó a tener cincuenta. Por supuesto, tuvo que construir un establo más grande, invertir en infraestructura para trasquilarlas y en un par de pastores para cuidarlas.
Sus vecinos empezaron a verlo con celo y envidia y él empezó a dudar de ellos. Es por eso que también invirtió en vigilancia: rejas electrificadas, cámaras de circuito cerrado, guardias de seguridad.
Cuando llegó a tener doscientas, desconfiaba incluso de sus empleados. Es por eso que empezó a hacer guardias nocturnas. Escopeta en mano y con la convicción de que nunca perdería a ninguna, vigilaba escondido entre los arbustos: nunca nadie le iba a robar a las ovejas que contaba para dormir, aunque las tuviese que vigilar personalmente, aunque le costara el sueño de todas las noches.

martes, 10 de marzo de 2009

En esta noche de luar...

Casi a media noche el tiempo se detiene
Mi corazón cansado de latir se detiene
Y la saudade de no ser el viento que pasa
Escurre lenta por la ventana
Como la lluvia de una nube
Que sólo ha regado el campo.

La oscuridad se detiene ante mí
Y me golpea con mi infancia en el rostro
Este rostro que es del niño que era
Que ahora sólo es sombras largas
En esta noche de luar y de estrellas
Y de caminos como arrugas en la frente.

Y el amanecer atemporal de tus ojos
De esos ojos que nunca me leen
Vuelan alumbrando esta noche
Noche Cioránica en donde todo muere
Menos el deseo de vivir así
Arrullado por el murmullo de esta tristeza que no pasa.

domingo, 8 de marzo de 2009

Cuento corto #13

Ayer tuve una discusión larga y muy acalorada con el personaje que debía salir en este cuento. Mi argumentación era impecable: fui hilando mis ideas, una a una, para intentar convencerlo. Le hablé de como era perfecto para el papel y de como sus ideas erroneas estaban impidiendo que yo pudiese terminar de escribir. Pero a él no le importó. De su boca sólo salía ese temible monosílabo: No. Cuando se me acabaron los argumentos, lo intenté sobornar, lo amenacé, e incluso, llegué a golpearlo. Pero el hombre nunca cambió de parecer. Al final, no sólo no pude escribir nada, sino que reafirmé mis creencias: odio a la gente supersticiosa.

Cuento corto #12

Ayer abrí el periódico, y vi su foto. La imagen que recordaba de la infancia, con sus respectivas modificaciones, me veía fijamente desde la hoja impresa. En el pie de foto, mi apellido, confirmaban las sospechas. El encabezado de la noticia anunciaba: La mujer perfecta y sus atributos. El hombre que había sido mi padre, completamente transformado, escribía sobre las bondades de pertencer al sexo femenino. Fue cuando entendí porque nos había abandonado: la sociedad no iba a ver con buenos ojos un matrimonio homosexual.

viernes, 6 de marzo de 2009

Tres veces

Soy tres veces lo que siento
Y tres veces más seré mañana.

El tiempo hoy se queda en mis ojos
Y la arena de todos los relojes
Se escapa entre mis dedos hasta mis pies
Los pies que han andado muchos caminos
Esos caminos que nunca existieron.

Mi mente ya no es mía, es de otra
Y la vida la vivo así, vacío
Con la mente allá, aunque encerrada aquí.

Y el piano de todas mis horas
Me acuna con tempos distintos
Así, como acunando a un hijo muerto.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Breve monólogo, preludio a la caida

He aprendido a sólo observar, y la vida me pasa frente a los ojos, y sólo la veo irse como si de los últimos minutos de un ocaso se tratase. Sólo se pone a lo lejos, y luego oscuridad. Quizás de eso se trate la vida, de verla ponerse a la distancia justa, de estar parado, así, frente al mar, y verla perderse en el horizonte, completamente roja, tiñendo el cielo de sangre. O quizás no. Quizás soy yo y mis esquemas. Quizás la vida ni siquiera trate de algo, y la idea poética de verla como un ocaso sólo me sirve para hacerla más llevadera. Pero después de todo, quizás sí sea un ocaso, pero solamente un ocaso y no un día entero. Pensar que la vida es un día entero es ridículo. No hay poesía en eso. Aunque... aunque pensar que la vida es un ocaso también puede ser bastante común. Realmente no importa. Lo que sí sé es que la vida está allá a lo lejos, y no puedo tocarla pues mi brazo no alcanza, y si pienso que se está poniendo es porque a veces simplemente no la veo. Aunque, parado en la orilla del mar, todo esto se vuelve más lúdico.
A veces me gusta pensar que cuando el sol se termina de meter en el horizonte es porque esa enorme bola de fuego se apaga en el mar, y las olas me traen sus residuos a mis pies, y los acarician. Quizás así sea la vida, esta vida-ocaso que se extingue en el mar y me acaricia los pies una y otra vez. La vida-ocaso-queseextingue-ymeacaricialospies.
Pero no, este ludismo y todo lo anterior es realmente una ilusión, pues nada de esto es así, pues la vida que se extingue en el mar no acaricia mis pies. Esta vida me toma de los tobillos y me arrastra hacia adentro, y no me suelta. Y así me quedo, pues esta vida no se extingue, como el sol, que tampoco se extingue. Y la historia se repite cada ocaso, cuando la vida me vuelve a tomar por los tobillos, y me hunde, y me ahoga, como está a punto de hacerlo ahora, mientras el sol también se ahoga en el mar.

lunes, 2 de marzo de 2009

Ya no la extraño

Ya no la extraño, se seguía repitiendo una y otra vez mientras entraba a su departamento con aquella mujer en brazos, completamente alcoholizada. Después de tantos años de estar juntos ya no la extraño, se seguía repetiendo. Mientras la mujer se desnudaba sobre la cama, él la veía desde lejos. ¿Que pasa? dijo ella, ¿todo bien?. Él, sin responder, entró al baño. Todo está en mi mente, pensó, y si he decidido no extrañarla es para ya no tener que estar dudando de todo esto.
Cuando entró de nuevo a la habitación estaba completamente convencido de no volver a pensar en ella nunca más. Pero ella estaba ahí, la mujer que había amado, dormida en un charco de vómito, completamente desnuda... Ya no la extraño, se volvió a repetir.

Sobre estas noches...

Son estas noches que camino las mismas calles oscuras que conducen a las mismas puertas sin candado, que rechinan sólo cuando se cierran tras de mi, con el eterno engaño de saberme seguro, hasta que el viento sopla y las abre de golpe.

Son estas noches que subo a la azotea del edificio, que es la azotea del mundo y de todos los edificios, sin camisa y con el frío golpeando el pecho, mientras el corazón late a destiempo como el farol de la calle que parpadea y no tarda en fundirse.

Son estas noches en las que aprendí a no soñar, pues soñar duele como una traición. Una traición a lo que sea que soy, pues soñar es querer ser otro, y yo no puedo ser alguien más con esta piel que me abraza y me sofoca y me presenta sólo otredades.

Son estas noches, noches destinadas a ver el reloj a las 12:34 y decir que es tarde, y no poder cerrar los ojos. Noches de sombras largas, de ideas sin sentido, de verdades a medias, de oscuridad que se cuela por los poros y los tapa y no me deja respirar.

Son estas noches en las que, para poder dormir, descanso la cabeza entre estas palabras, palabras que no son mi sueño, pero que tampoco son yo.

domingo, 1 de marzo de 2009

Cuento corto #10

Estaba oscuro y caminaba por aquel callejón que tantas veces había recorrido. Esta vez no era distinto: misma gabardina, mismo sombrero negro, misma corbata, misma mirada alerta. Además, sabía que en cualquier momento le dispararían y sabía que tendría que fingir haber muerto si quería continuar con vida. Conocía de memoria el resto de la historia: se arrastraría pidiendo ayuda, sanaría sus heridas y buscaría venganza. Iría, uno a uno, encontrando a sus asesinos y matándolos, haciéndolos pagar por la cobardía que estaba a punto de ocurrir. ¡Venga! ¡Dispararle por la espalda y a quemarropa! ¡Eso era de cobardes!
Pero bueno, lo que seguía no era tan malo. Sólo era este instante el que le incomodaba, en donde a pesar de saber que en cualquier momento iban a abordarlo y a dispararle, él no podía defenderse, ni correr, ni agacharse: impotencia en su versión más cruda. Pero había aceptado ser el personaje de este libro y cumpliría su contrato, así leyeran esta historia una infinidad de veces, y una infinidad de veces tuviera que recibir el frío impacto de esta bala.

sábado, 28 de febrero de 2009

Cuento corto #9

Eran días largos frente a la máquina de escribir: hojas y hojas llenándose de letras, el aroma de la tinta, la campana anunciando el fín de linea, la taza interminable de café. Lo único que no disfrutaba, era cuando los personajes se empezaban a salir de las páginas recién terminadas y lo distraían con preguntas acerca del final de la novela del Holocausto que estaba escribiendo. Le angustiaba no saber que responder. El sólo quería acabar su novela y sabía que, si no podía distraerlos lo suficiente, él terminaría siendo el asesinado.

miércoles, 25 de febrero de 2009

El libro y sus propósitos

Era la quinta vez que iba a la librería en las últimas horas y era el vigésimo cuarto libro que compraba. Esta vez, los dos tomos completos, con una gran cantidad de pies de página, de Don Quijote de la Mancha. No cabía duda: esta vez seguro era suficiente para poder terminar de cambiar el foco fundido del pasillo de su casa.

Sobre la impostura de pensar

“Me complace ver con los ojos y no con
las páginas leídas” – Alberto Caeiro.



Quién que pueda ver sólo con los ojos y no con las páginas leídas, ni con las canciones escuchadas, ni con las verdades dichas, ni con los pasos andados: sólo ver, como quien acepta lo que se le da y no lo cuestiona.
Pero pensar es tan atrayente. Uno piensa y cambia lo externo y lo vuelve propio y hace de si mismo un creador y todo adquiere sentido. Pero pensar el mundo es alejarse del mundo y acercarse a uno mismo. Pensar el mundo es dejar de estar en él, es abandonarlo en pos de una realidad que no existe.
Así, me declaro incapaz de ver lo que me rodea con mis ojos, porque mis ojos son los de otros, y los ojos de los otros están enfermos. Poseo la enfermedad de los hombres: la de vivir modificándolo todo, incluso el pasado, incluso el presente, incluso todos mis posibles futuros.
Soy lo que leo, lo que escucho, lo que siento, y mis sentidos me reportan la realidad y mi mente la destruye. El mundo ya no es lo externo. El mundo soy yo.

Memoria (Reprise) o Contestación a una carta de Nidia

Leí ambos escritos y recordé la plática que alguna vez habíamos tenido. Me gustó la forma en la que culpas a la memoria y a sus caprichos; la forma en la que hablas de su modo natural y selectivo de operar, y de cómo, en cierto sentido, tal modo no funciona contigo.
Sin embargo, yo creo que subestimas la importancia de esos momentos insignificantes. No creo que sea ocioso recordar el gesto de un niño, el llanto de una desconocida o la sensación de un instante que no nos pertenece. Me confieso ante ti y sin pensarlo puedo decirte que prefiero recordar cualquier clase de gesto, desde el más desgarrador hasta el más dulce, a tener que recordar interminables formulas, metodologías o procedimientos. En la actualidad hay tantas cosas escritas que la memoria ha dejado de ser una necesidad para convertirse en un lujo.
Aquí es en donde entra, a mí parecer, un factor tan importante como la memoria: la percepción estética. Es un tanto difícil de explicar cuando lo intentas extrapolar a un campo distinto al del arte, pero ambas ideas no difieren mucho. Verás, la realidad se ha vuelto tan plana y homogénea que las costumbres, los gestos, las miradas, los gustos, se han ido uniformizando. El patrón estético es dictado por una realidad que nos sobrepasa. Pero hay personas que no estamos dispuestos a aceptar tal imposición y buscamos los últimos remanentes de lo que consideramos estético, lo que consideremos revelador. Y es por eso que muchas veces es mucho más fuerte la mirada perdida de alguien a su mirada fija, una sonrisa a medio camino a una carcajada, un rostro impasible a una ceja alzada, un titubeo a una determinación, una mirada de admiración a una de desprecio, una nota en alguna canción fuera de lugar a una melodía perfecta, una frase escondida a un entendimiento profundo, un laberinto en vez de una línea recta.
Para mi es una sensación entremezclada: poder apreciar algo que nadie más ve me causa un tremendo placer, y a su vez una tremenda soledad. Por otro lado, saberme acompañado en alguna percepción que creí sólo mía me resulta repulsivo. Compartir mi visión estética con alguien más se me presenta como una violación profunda e hiriente, y es en ese momento cuando decido no recordar. Lo que atesoro es solamente mío, y de nadie más. Supongo, entonces, que la soledad es una forma de envidia y no de superioridad como dirían los existencialistas que suelo hojear.
Con todo lo anterior, mi intención no es contradecir al señor Borges, sino reforzar su idea: recordamos lo que recordamos por que lo necesitamos recordar, no por un capricho, no por una necedad.
He estado pensando sobre la idea que planteas acerca de la realidad incompleta. Me gusta saber que yo poseo cosas que nadie más posee, frágiles momentos que todos han olvidado, aromas del pasado, canciones prenatales. Son fragmentos, muestras de realidad que salen de lo habitual y de lo común, que dan y quitan sentido a la vida. Bendita maldición en la que nos encontramos: poseemos los momentos más insignificantes de nuestras vidas…

martes, 24 de febrero de 2009

Quince minutos

El teléfono sonaba, el café hervía en la estufa, la plancha quemaba la camisa, el agua se escurría por el lavabo, el auto encendido gastaba gasolina y el vapor producido por la regadera hinchaba la puerta del baño, atascándola. El sólo quería dormir quince minutos más, pero hoy la casa había decidido levantarse un poco más temprano.

lunes, 23 de febrero de 2009

Máscaras

Ella siempre dejaba la puerta entreabierta para que él, completamente enamorado, echara un vistazo mientras ella se cambiaba. El resultado nunca fue grato: eran siglos y siglos de espera, y al final, ella siempre terminaba cambiándose por otra.

domingo, 22 de febrero de 2009

Tríptico de campo

I

El sol cae por el monte y enrojece el cielo
Y allá abajo, el camino de toda mi vida ahora es ajeno a mí
Y se extiende como el horizonte, y es tan difuso como las nubes.

Siento la oscuridad de la noche detrás de mí y me siento cobijado
Pero sentir esto es sólo un concepto que me hago de mi mismo
Y así, también siento el atardecer y el rojo del cielo, y dejo de sentirme a mí.

Tengo sentimientos y tengo pensamientos, aunque sólo los tenga para poder perderlos
El viento sopla y me acaricia, y me hace cambiar de sentir y de pensar
Y ya no siento lo de ayer, ni lo de hoy, ni lo de nunca, pues ya no siento
Y mientras siga soplando el viento ya no sentiré, ni pensaré, y sólo seré esencia
Seré sólo el viento que arrecia en la tarde y arrastra todo y limpia todo.

Ha llovido, pero ahora el horizonte es claro y atardece.
También ha habido lluvia en estos ojos que ahora ven atardecer, y que ya no sienten
Pero estos ojos no atardecen, sólo se extinguen
Como el fuego de una vela que también se lleva el viento.


II

Aquí no hay libros, sólo metafísicas muertas sobre cosas sin sentido
Sólo hay hojas en blanco que nunca serán llenadas, pues no hay nada que valga la pena decir
Hojas que son arrastradas por la lluvia y que de ellas crecen arboles
Los arboles que alguna vez fueron, bajo un sol que ya no es el mismo.

Sobre la hierba me paro y pienso: “pensar es estar enfermo de los ojos”
Y cierro los ojos y sigo pensando. Y pienso todo lo que mis ojos han visto
Y me mareo, pues han visto mucho y siento como se esclaviza mi sentir por ello
Y caigo sobre la hierba, y el dolor no me permite seguir pensando:
Quizás sea sólo el dolor de las cosas la forma de curar los ojos.

El dolor de las cosas no está en los libros, sólo está ahí la idea del dolor de las cosas
Es por eso que aquí no caben los libros, ni como idea caben
Ni como sentir caben, ni como pensamiento caben.
No sirven ni para calentar el cuerpo mientras arden
Porque los libros sólo arden en el alma
Y a esta alma hace mucho se la llevó el viento.


III

El frío de todos estos años se concentra aquí, y se estanca
No pasa como el río, cuya naturaleza es pasar, ser siempre otro
Y toda la hierba se empoza en mi ser, y soy natural, pero no soy yo.

Y la belleza de lo natural se separa de las cosas, y la belleza existe
Y las cosas existen, y ya no son lo mismo, porque nunca lo fueron
Pero la hierba se queda aquí, y ya no soy mas que senderos con hierba
Pues yo soy todos los senderos y todas las hierbas, y no hay belleza en eso.

Camino el sendero de piedras que soy, lleno de campo, y de hierba, y de lodo
Ese sendero que no es mi vida sino sólo un vago pretexto para algo
Y cuando me siento a descansar sobre una piedra de algún claro
Una gran nube tapa el sol, y el viento aumenta y el frío aumenta
Y esa nube, que no es una nube que trae lluvia, es toda mi melancolía.

Así es como muero: de manera natural
Muero con la mente
Natural-mente.

jueves, 19 de febrero de 2009

El hijo del hombre

Cuando nació se le diagnosticó una rara enfermedad: la capacidad de mimetizar todo lo que veía. Es por eso que cuando vio aquel cuadro de Magritte decidió pedir ayuda. Y desde entonces, la carrera artística de Guillermo Tell nunca más volvió a ser la misma.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Sobre estos días...


Son en estos días, en los que nada fluye, que me siento frente al teclado y empiezo a escribir lo primero que se me ocurre, y dos renglones después me doy cuenta de que no sirve, y dejo espacios sobre la misma hoja para volver a empezar. Y empiezo a escribir otra idea, y se vuelve a antojar inservible y vuelvo a dejar espacios. Y así lleno páginas y páginas de ideas sueltas, inconexas y sin sentido. Pero no borro nada. Todo lo guardo como testigo de mi fracaso, porque en estos días todo es fracaso. Y son estos días los más tristes, pues es cuando desaparezco, cuando no soy nada.
Y es que en estos días sólo hay ciclos, y se empieza y se siente y se medita y todo se acaba; y el tiempo se repite y todo vuelve a empezar. Y a veces marea. Y no se cuantas veces habré pasado por aquí y no se cuantas veces más pasaré. Y todo esto se siente como siglos y siglos de volver a empezar. Y entre principio y fin todo es igual: inicio, meseta, caida; inicio, meseta, caida. No hay más. Quizás es sólo una percepción ridícula de mi vida y de mi tiempo y de todo lo que me rodea. Pero no importa, pues en estas días nada importa.
Y al final puedo escribir un sinnúmero de párrafos que empiecen con la frase Y al final, pero nunca hay final, pues de eso se tratan estos días: de escribir cadenas de letras que no terminan, de ahogarse sin tregua en la blancura de un papel que no existe, de caminar los mismos senderos, de reciclar las mismas ideas, de juntar párrafos escritos en tiempos distintos por todas esas personas/máscaras que he sido a lo largo de mi vida: parafrasearme y decir que el día no acaba, o acaba en un crepúsculo infinito y acto seguido hablar del amor como una fractura, y con esto unir dos fracasos que tiene diez años de distancia. Y NO IMPORTA, pues en estos días nada importa.
Y sólo existen estos días, que caen como dadaísmo al alma, que siguen pasando sin avanzar, y que sólo me mantienen creyendo que al final, y sólo muy al final, estos días dejarán de ser estos días...

sábado, 14 de febrero de 2009

Ansiedad, dolor de estomago y ansiedad...

Me gusta la melancolía. Me gusta saber que, si fracaso, tendré material para escribir. El fracaso llena hojas y hojas de papel, es por eso, quizás, que yo no he llenado tantas... He fracasado en fracasar. Tarde, pero siempre me levanto de mis caidas. No termino de ensuciarme en el lodo, y así, escribir se convierte en sólo un paliativo de la derrota: se convierte en un pretexto, en una sola escena de una obra mediocre que no se decanta por filosofía alguna, en un ser que muy apenas es sombra de todo aquello que anhela (o que no anhela). Tibieza, eso caracteriza mi vida. Sólo tibieza.
Vivo a medias, vivo en sombras, vivo escribiendo cuartos de páginas, y nada más... Vivo para que me piensen, y no para que me tengan. No soy de nadie, y nadie es de mi, soy sombras que abrazan el corazón, soy la estela de aviones que viajan muy por encima y el aire borra, soy el viento con hábitos de prostituta: acaricio y me voy, acaricio y me pierdo.
He fracasado en fracasar, mas no he vivido, mas no he soñado, mas no he tenido, mas no he amado. Sólo poseo ansiedad, un poco de gastritis, y ansiedad. He fracasado incluso en tener una buena gastritis. He fracasado incluso en convertirme en mi propia ansiedad.
He vivido la vida con miradas ajenas, con sensaciones que no me pertenecen. Vivo soñando a medias que soy otro, y salto de este sueño a aquel, sin compromiso alguno. “Soñar un sueño es perder todos los demás”. Yo los pierdo todos pues me entrego a ellos de manera insostenible. El sueño no aguanta, se rompe, y así caigo libremente entre frágiles fantasías que no poseo y no me poseen. He fracasado en soñar como la puta que fracasa en amar. Sólo seduzco. Soy espejo y pálido reflejo. Soy un libro de pasta dura y hojas en blanco. Soy la ola que nunca rompe. Soy nadie.
Pero después de todo, sólo soy tibio. Tibieza. Soy excelso en la tibieza, pero eso a su vez es fracasar. Soy ansioso. Soy tibio. Soy todas las derrotas del mundo.

viernes, 13 de febrero de 2009

Saludo a Alvaro de Campos

Hoy me quito el sombrero de copa que soy, y te saludo
Ingeniero metafísico, viajero incansable
Desde el otro lado del mar te contemplo y me siento acompañado.

Hoy me paro en el puerto de todos los barcos que viste partir, y te saludo
Hombre que sólo fue en barcos que nunca partían
Ausente de ti, como cualquier otro, ajeno a toda sensación.

Hoy levanto esta copa de tedio de todas estas casas, y te saludo
Y confirmo que todas estas casas siempre han sido las mismas
Y comparto la saudade de saberme presente entre todo lo pasado.

Hoy me detengo frente al modernismo de la máquina, y te saludo
Y saludo a todos los Platones y a todo los Kants que esta máquina procesa
Y mi alivio es eterno, pues sé que se procesan para mí.

Hoy escribo una ridícula carta de amor, y te saludo
Ridícula en forma y en fondo, en rima o en prosa, ¡que más da!
Porque el alma se vuelca en papel, y eso también es ridículo.

Hoy mojo mis pies en el mar de todas las costas, y te saludo
Esperando que el cielo y el mar se unan en donde sea que tú estés
En esa máscara en la que existes y creas y piensas y nunca mueres.

Hoy, desde el otro lado del universo, saludo a Whitman, y te saludo
Y saludo a Caeiro y a Pessoa y a todos tus maestros saludo
Y desde la buhardilla te veo pasar y escucho la voz de Dios en un pozo ciego.

Hoy me empapo en los absolutos de todas tus palabras, y te saludo
Camino todos los senderos de todas las ciudades de todos los mundos, y te saludo
Y sentado en la orilla de todas las lagunas de melancolía que tengo en el alma, te saludo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Cuento para dormir

Después de escuchar los mismos cuentos para dormir los últimos dos años, volteó a ver a su padre y le preguntó: ¿por qué disecaste a mamá cuando murió? El padre, sin pestañar, dijo: creo que ya es tiempo de que lo sepas, pero ella no es tu madre; y el niño nunca más la volvió a abrazar.
Moraleja: Uno nunca debería cansarse de escuchar los mismos cuentos para dormir.

Libertad de expresión

Cuando llegué a casa, mi pluma tendida sobre el escritorio sangraba tinta sobre una hoja de papel. Siempre supe que ella tenía la voluntad para expresarse por su cuenta y ahora sé que, con un poco de práctica, llegará el día en que logre escribir algo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Reflexiones en una serpentina

“No soy, no estoy, no he sido” y el ciclo que acaba se apega a este extracto. Ganar un año, peder otro, y el aliento al bailar se extingue como si de morir se tratase... “Si el amor tiene pausas entonces no es amor, y el amor siempre tiene pausas” ¿y la vida?. La vida no tiene pausas, sólo lagunas y a veces mares-espejos... “Levantarse, acicalarse y esperar una nueva variante de tedio y horror. Daría el mundo entero y todo Shakespeare por una brizna de ataraxia” y esta es la descripción de mis últimos días. Hoy sólo soy fragmentos ajenos, soy la Vida Perdida, la arbitrariedad de un ciclo, la verdad escondida. Hoy sólo soy el rechazo a quién llega tarde a incomodar. Todo es pérdida, todo momento es un mal momento.

sábado, 7 de febrero de 2009

Lapsus Cálami

Sentir se ha vuelto ajeno. Soy expectador de lo que siento y sólo aplaudo cuando el sentimiento de quien dice ser yo está bien logrado. Y el que escribe es otro, y el que narra es otro, y el que habla, vive y anhela, es otro. Yo sólo me siento y observo. ¿Que verso desencantado se le ocurrirá ahora? ¿Que pregunta sentida intentará resolver? No lo se.
Pero de un momento a otro me vuelvo mediático e intento hacer sentir. No reparo en lo que digo, no reparo en lo que debo decir. Sólo escupo con diez dedos letras sin sentido en una pantalla en blanco, a través de un cursor que parpadea como si de latir se tratase. No cuestiono lo que escribo, sólo lo escribo, o es que ¿el fotógrafo de guerra se pregunta si sentir horror desenfoca la cámara? No lo creo. Capta el momento antes de que muera y se va. Y así voy yo, nombrando momentos que antes de dejar de ser logro encerrar como naturalezas muertas de la palabra.
Sentir se ha vuelto ajeno. Expresarse se ha vuelto común. Ahora soy yo el que escribe y ahora no soy yo, pues yo no escribo

viernes, 6 de febrero de 2009

Cansancio

La realidad se me impone como un cansancio y, como en todo cansancio, los parpados pesan y las percepciones se vuelven cada vez más difusas.
El cansancio se me impone como una realidad y, como en toda realidad, las percepciones y las ideas se enajenan en la distracción del ser.
Caminar sobre esa delgada línea confusa que no me deja separar la realidad del cansancio, que me mantiene preso en percepciones disímiles, que desemboca en el abismo de la locura.

jueves, 5 de febrero de 2009

Mi reflejo en tus ojos

El suicida es un iconoclasta de si mismo, decían las imágenes en el espejo mientras veían atónitas como él rompía en pedazos una foto en donde ambos se veían reflejados en el mar. Pero aquella sentencia no fue suficiente. Él sólo murió cuando ella cerró los ojos y él no pudo reflejarse nunca más.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Soledad

Cuando salió de su casa toda la ciudad estaba destruida y todos habían muerto. La recorrió entera mientras un sentimiento extraño se apoderaba de él. Se sentó en la banqueta y sonrió… Fue entonces cuando despertó y empezó a sentirse completamente solo.

domingo, 1 de febrero de 2009

Memoria

En la oscuridad y el silencio se expía la existencia eterna de la memoria, se vive bajo la impronta del recuerdo que es un producto sensorial y que, por lo tanto, es doblemente imperfecto. Sin embargo, con el paso del tiempo me he dado cuenta de que no existe sensación falsa, todas son igualmente reales, incluso aquellas de las que no tenemos recuerdo.
En noches como esta, en la que se puede escuchar el silencio y ver la oscuridad, en la que los sentidos dejan de percibir, con un poco de concentración es posible evocar aromas o sonidos del pasado. Hoy he logrado oler flores de mi infancia, he logrado escuchar canciones prenatales, mas no he podido asociarles una imagen. Dejos de tergiversaciones es lo que consigo en los periodos nocturnos de mi existencia, frustraciones que escurren saudade.
Indistintamente, cuando siento nostalgia, predeterminaciones mentales me hacen pensar en el pasado. Hoy es distinto. El significado de la palabra se vuelve atemporal y se sitúa en un nivel superior a la existencia, observa con detenimiento toda la línea recta de mi vida y la envuelve. Añoro el pasado, el presente, el futuro y otros tantos tiempos que desconozco.
A lo largo de todas estas noches de constante insomnio me he dado cuenta de que lo que hace soportable la existencia no es otra cosa mas que la posesión de puntos fijos en los cuales poder distraer mi atención y recrearme. La acuidad en las percepciones es uno de ellos y justamente es el que trae consigo los recuerdos más penetrantes y las nostalgias más disímiles.
Una vez que se entra en la prisión de la memoria no se puede escapar, sólo es posible usuales ausencias diurnas que lo único que hacen es alimentar el deseo y la necesidad de regresar una vez más, cuando la luz desaparece.

sábado, 31 de enero de 2009

Breve estudio sobre la versión de un Nocturno de Chopin, en medio del sueño.

Vivimos en la tranquilidad ontológica de saber que basta enunciar una palabra para poder romper ese silencio que vive de ocultar la existencia. Todo es ruido, diría Ciorán, y sin embargo me encuentro completamente extasiado por el silencio que el intérprete de esta pieza va creando conforme va liberando nota tras nota: esa forma deliberada de darle ritmo y cadencia a la música a través del mutismo. El silencio como precursor del ruido, el ruido como preámbulo del silencio. Vida y muerte.
¿Acaso dejo de existir entre dos latidos de mi corazón? Yo soy como esta versión (y sólo como esta versión) de este Nocturno de Chopin. Existo como un puntillista de mi mismo, nota por nota, y de vez en cuando un acorde, y entre todo esto, sosiego.
Y después, la existencia como una meseta, como el mar hecho un espejo, como acordes graves tras acordes graves. Ruido uniforme que lo llena todo. La respuesta es sí. Sí dejo de ser cuando hay un descanso entre latido y latido.
Y de la nada, el puntillismo de nuevo. Dos, quizás tres acordes, una nota suelta, un poco de melancolía manejada a través del tiempo y el compás... y de repente todo acaba de manera abrupta, sin aviso, en un eterno silencio. He aquí el presente... ¿Y después?

jueves, 29 de enero de 2009

Las palabras son metáforas muertas...

El muerto y el arrimado a los tres días apestan... y la palabra lleva muerta desde que se volvió convencional. El lenguaje aprisiona, encierra, mata. La cosa a la que la palabra hace referencia pierde todo su misticismo en el momento en que es nombrada por primera vez. Así, el hombre encuentra el sentido construyendo castillos lógicos con cadáveres de prostitutas, cadáveres que se venden al mejor postor. Esos son las palabras, prostitutas muertas, el nivel más bajo de la semiótica, la jaula en donde se encierra todo el misticismo del mundo...

miércoles, 28 de enero de 2009

Escribir...

La hoja en blanco como metáfora de la vida se levanta frente a mí y me confronta. Abandonar la realidad y el tiempo como la revelación de cada instante. Dejar de existir en el presente. Enajenar los sentidos y sólo sentir aquello que se desea expresar. Asignar a cada palabra un significado de fatalidad. Morir en cada punto, en cada coma. Escribir.
Como en el proceso creativo, la vida no es un continuo, no se vive todos los días, y ese lapso entre vida y vida no es otra cosa más que un ensayo de la muerte.
La vida plena es, entonces, la resurrección en cada instante, o desde otro enfoque, la constante muerte. Transformar cada momento en una muerte para poder nacer de todas las formas posibles. Serlo todo, abarcarlo todo…